Ninguno de ustedes que tenga un esclavo, le dice: “Ven, siéntate a comer”, cuando éste regresa de trabajar en el campo, o de cuidar las ovejas. Más bien, le dice: “Prepárame la cena. Quiero que estés atento a servirme, hasta que yo termine de comer y de beber. Ya después podrás comer y beber tú.” Tampoco le da las gracias por cumplir con sus órdenes. De modo que, cuando ustedes hayan hecho todo lo que Dios les ordena, no esperen que él les dé las gracias. Más bien, piensen: “Nosotros somos sólo sirvientes; no hemos hecho más que cumplir con nuestra obligación.”
Lucas 17:7-10
Jesús hace un gran punto aquí a sus discípulos. No estoy seguro de que alguna vez prestemos atención al pasaje. Si somos siervos de Cristo y nuestro objetivo final es glorificar a Dios en todo lo que hacemos, entonces hacer lo que se supone que debemos hacer, lo que se nos ha encomendado, debería ser nuestro trabajo. No estoy diciendo que no te digas “Realmente puse mi mejor esfuerzo en esto, buen trabajo Brad”. En cambio, lo que digo es que cuando compartimos el evangelio de Jesús con otros, estamos haciendo lo que se nos ha pedido que hagamos.
Es así, tengo 3 hijos. Les digo una docena de veces que vayan a limpiar su habitación, guarden sus juguetes y cuelguen sus ropas. Finalmente, después de suspiros, gemidos, gritos y negociaciones, terminan la tarea. Luego dicen “¡mira lo que hice!” Mi respuesta es alentadora pero también “sí, hiciste lo que te pedí, buen trabajo”. No limpiaban su habitación por su propia voluntad ni guardaban sus juguetes sin que yo tuviera que preguntar. En cambio, simplemente están siguiendo una orden que les he dado. Estoy satisfecho cuando lo completan, pero es lo que espero de ellos.
Creo que ser sal y luz en este mundo oscuro, compartir el evangelio de Jesús con las personas que nos rodean y discipularlos en una relación profunda con Jesús es lo que hemos sido llamados a hacer. Eso es lo que Dios espera de nosotros. Eso es lo que nos ha mandado hacer.
¿Cómo te va en esta área? ¿Estás siendo alimentado por aquellos más adelante en su viaje? ¿Estás compartiendo lo que estás aprendiendo y experimentando con los que te rodean? ¿Cuán bien dirías que estás siguiendo las expectativas de Dios para tu vida al hacer nuevos discípulos?
Esforcémonos todos por hacerlo mejor en esto … no es que traiga salvación sino como resultado de nuestra salvación. Tenemos mucho por lo que estar agradecidos y deberíamos desear compartirlo con los demás. Más aún, ¡se nos ha ordenado hacerlo!